domingo, 10 de junio de 2007

La lucha es por valores


Cuando la visión del mundo imperante es la lucha de clase, sencillamente la política es un territorio de conflicto. Lo importante es la toma territorial y el sometimiento de los opuestos. Dentro de esa concepción no hay negociación, ni diálogo. En la arrogancia del poder creen contar con el monopolio de los valores, que intenta imponer a la sociedad a trocha y mocha.

En esa visión sesgada, no pueden entender el disenso sino como una manifestación de oscuros intereses, en contra de la pureza que creen representar. Cuando el ser humano no se adapta a su estrecha visión del mundo, inventan lo del hombre nuevo. Como si fuera el Mundo Feliz de Adolf Huxley, si los hombres tienen creencias distintas a las elites del poder, sencillamente hay que imponer o crear al hombre que coincida con esos “ideales”. En el fondo lo que existe es una farsa totalitaria, pues los valores solo están representados en el líder de la revolución, para quién solo hay devoción como representante de la verdad y a quien se le deberá obediencia, mientras la revolución exista.

En este sistema de creencia, es incomprensible que los estudiantes puedan pensar distinto. Si ellos poseen la verdad y alguien no la acepta, pues se apela a su inmadurez y se asumen fácil presa de la manipulación de las fuerzas del mal, que desde el Norte, no pierden pisada de la luces de esta tierra.

Entiendo que el gobierno no entienda. Es comprensible bajo los dogmas que nublan su comprensión de la realidad. Los estudiantes protestan que se use el poder del Estado para callar una voz disidente, para amedrentar y someter a una sociedad. Dan cuenta que en democracia no se puede estar bajo el poder de un solo hombre, de quién lo aceptan como gobernante dado el resultado democrático, pero que exigen que gobierne bajo el estado de derecho y las garantías democráticas donde todos debemos tener libertad para expresar sus ideas. El gobierno no cae en cuenta, que la lucha estudiantil no es por el poder, sino por sus valores.

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