miércoles, 27 de octubre de 2010

EL CAPITAN AHAB


Moby Dick la gran novela americana de todos los tiempos y escrita por Herman Melville dibuja el retrato del capitán Ahab, un amargado marinero obsesionado por perseguir y dar muerte a una ballena que lo dejó lisiado, en un encuentro anterior. Por su obsesión cambia la misión de un barco ballenero cuyo fin era la caza de ballena para la venta de sus derivados por la nada lucrativa empresa de matar a la causante de su desgracia. Nada lo detiene en esa búsqueda, la vida de los marineros vale muy poco, ellos solo son instrumentos para su venganza. Ellos ingenuamente se montaron en el barco pensando que harían un negocio. Dejándose tentar por las recompensas ofrecidas por el problemático personaje, asumen la aventura para desdicha de todos. El final es de todos conocidos, el capitán Ahab se hunde con Moby Dick en el fondo del mar. Matar la ballena. Llevar a cabo su venganza era más importante que su vida y la de la tripulación.
¿Existirán personas como el capitán Ahab? ¿Habrán seres tan obsesivos que son capaces de destruir todo, con tal de lograr sus sentimientos de venganza? ¿Será más importante su obsesión que su propia vida y la de los que los rodean? ¿Le daría usted a ese personaje poder para gobernarnos? ¿Será que Venezuela se parece mucho al Pequod y somos su tripulación? ¿Estamos navegando para complacer los resentimientos y las lesiones en el alma de un gobernante?
Los paralelismos son muchos. Revisando una de las frase de quien nos gobierna, nos encontramos con esta perla: "No importa si pasamos hambre y tenemos que andar desnudos, lo importante es defender la revolución", no se como lo entenderán los lectores, pero quién esto escribe lo interpreta de esta manera, tu eres un pobre diablo, tú vida es miserable y lo seguirá siendo, y nada me importa tu futuro; aquí lo importante soy yo y tú vida me la tienes que dar para poder seguir mandando. Al igual que el capitán Ahab, tampoco le importa la vida de sus marineros.
Los años de humillaciones a que son sometidos los soldados en sus primeros años, el tener que rendirse en público un 4 de febrero, las vejaciones que debió vivir en la cárcel de Yare, las burlas constantes de la gente a sus excentricidades y sus arbitrariedades, el tener que despojarse de su uniforme el 11 de abril. La venganza es un plato que se come frío y desde que asumió la presidencia, poco importa lo que le ocurra al país. Ya que no se puede fusilar a los traidores, al menos se les pueden dar 30 años de prisión. Buscará expropiar o quebrar a las empresas Polar y poco importa que la gente pase hambre y tenga que andar desnuda. Ya lo demostró con Radio Caracas y 32 emisoras radiales. Que Venezuela se caiga, es poca cosa, mientras pueda cobrarle a la humanidad que su madre se lo entregara a la abuela para que lo criara.
Llegará el 2012. En esos días sabremos si la obsesión de poder y venganza es mayor que el instinto de supervivencia y dejará que Venezuela en lugar de buscar cachalotes asesinos se dedique a reencontrar, la búsqueda de su bienestar. Espero que tome una sabia decisión, antes que la tripulación del Pequod se de cuenta que sus obsesiones no valen una vida.

jueves, 21 de octubre de 2010

LA VENTA


Conozco a Julián desde que éramos niños. Inteligente y reflexivo, era el cerebrito de la clase. Tenía ese tipo de talento que lo haría un tipo exitoso en cualquier parte del mundo, menos en Venezuela. Con estudios de cuarto nivel, decidió dedicarse a la docencia universitaria. No parecía mal negocio, los profesores que lo modelaron vivían en quintas, tenían sus buenos carros y conocieron el mundo a través de viajes. Tenía como todos, la ambición que su nivel de vida mejoraría paralelamente a su desarrollo profesional.
Quizás un poco ingenuamente no contaba que la Universidad sería víctima sucesiva de malos y luego de intolerantes gobiernos, que no perdonarían su espíritu crítico y su talante democrático. A pesar que los sueldos no eran muy altos, con lo beneficios laborales e importante sacrificios pudo comprarse un carro confortable y un apartamento en una zona acomodada de la ciudad.
En algún momento los incrementos salariales se detuvieron. Pero la persistente inflación de décadas, no se detuvo. Un día, se percato que el dinero no alcanzaba para pagar las cuentas. Que debía hacer maromas para pagar las cuotas de condominio, la hipoteca y el colegio de los hijos. Así que a pesar de las recomendaciones de sus colegas que enseñaban finanzas, abultó las deudas de sus tarjetas de crédito a fin de pagar sus obligaciones mensuales. Pero fue un mal negocio, asi que a sus egresos cotidianos, debió apartar lo correspondiente a pago de amortización e intereses de la tarjeta.
Al cabo de un tiempo, acudió a un préstamo de su caja de ahorro y a los meses, pidió un adelanto de sus prestaciones sociales. Contaba que la situación mejoraría y que la lucha gremial rindiera sus frutos y que pronto le ofrecerían los honorarios que sencillamente merecería. A los meses había agotado el dinero que hubiera aliviado su salida laboral o cualquier contingencia futura. Sin embargo no dejaba de soñar, ahora mientras vende el carro de su esposa para pagar deudas atrasadas, no deja de pensar con una casa con jardín, piscina y parrillera.
El administrador nacional, parece que también tiene sus problemas de caja. Los chinos se muestran presurosos a prestar dinero y sin preguntarle a nadie vende refinerías a inversionistas privados rusos, sin pensar siquiera si era buen negocio o si alguien pudiera pagar mejor. Éste no deja de soñar, sueña con plantas nucleares y se compran tanques para guerras fantasmas. Sus sueños de dictador son más importantes, que la vida de los profesores universitarios o cualquier otro profesional dedicado a la función pública. Será que algún día regresará la sensatez al país.

viernes, 15 de octubre de 2010

MAXIMIZAR EL PRESUPUESTO


Como era de preverse, el afán de copar todos los espacios de la vida ciudadana, no se aminoró con la derrota electoral sufrida por el gobierno. Las nacionalizaciones y la toma militar de empresas del sector privado se afincan con las supuestas expropiaciones de Agroisleña y de Venoco. Como vamos en camino en los próximos dos años a una sociedad que tendrá como eje fundamental la propiedad estatal de los medios de producción, señalaremos uno de los problemas que tiene la empresa pública frente a la privada.
Independiente que sean socialistas o capitalistas, el ser humano no deja de tener aspiraciones personales de mejorar su situación personal. En las empresas esto se puede lograr con mayores presupuestos para los departamentos. Esto significa mayores remuneraciones o incremento del consumo no pecuniario (viajes, gastos de representación, alimentos y bebidas, vehículos). Por tanto la puja por el incremento del presupuesto será igual en la empresa pública que en la privada
Al ser el objetivo de la empresa privada el lucro, es a partir de los estimados de ventas de cada unidad de negocio que se realizan los presupuestos de que dispondrán los diferentes gerentes para poder llevar adelante con sus obligaciones. Por tanto la maximización del presupuesto esta totalmente ligado a la maximización de las ventas y su justificación puede ser medida a través de herramientas contables o financieras.
En las empresas públicas, al no estar motivadas por el lucro, sino por los objetivos sociales que la justifican, el presupuesto no necesariamente dependerá de las ventas, sino de la contribución con la misión. Al no contar con herramientas contables que permitan determinar el valor agregado de los cargos y al entrar consideraciones de carácter político, los miembros de las empresas públicas realizan una serie de artilugios, para maximizar presupuesto, de esta manera, inflan cotizaciones, crean escasez artificial de insumos, incrementan la nómina de manera injustificada o la partida de consumos no pecuniarios.
Se podrá sacar ejemplos de empresas públicas eficientes, son la excepción a la regla, ya que todos los estudios que se han realizado demuestran que en promedio las empresas públicas tienden a ser más ineficientes que las privadas y el ciudadano termina pagando más impuesto, por menos servicios y de menor calidad, y esto vale en socialismo o en capitalismo.