viernes, 28 de mayo de 2010

LLEGÓ PARA QUEDARSE


No puso cara compungida, no hizo ningún gesto que iba a renunciar después de su declaración, ni siquiera mostró arrepentimiento. Hubiera sido lo normal después que Javier Alvarado, viceministro de electricidad expusiera en público que el gobierno sencillamente no había podido con la crisis eléctrica y que si no habría colapso, fue porque gracias a Dios comenzó a llover. Por supuesto que no lo dijo con esas palabras, pero así lo interpretó quien esto escribe. En lugar de eso, con una tranquilidad que rayaba en el cinismo dijo que las medidas de racionamiento llegaron para quedarse, casi hasta se veía la alegría en su rostro, ante al anuncio de la nueva moral franciscana. En su exposición, tal como lo reseña la información aparecida en toda la prensa nacional, descarga toda la culpa en el consumidor venezolano, el mismo que amparado en el esquema tarifario de unos subsidios cruzados vivió con la idea que si algo sobraba en Venezuela era energía eléctrica. El niño y los consumidores siempre fueron los culpables. Al final fueron los usuarios quienes pagan los platos rotos de las fallas de Planta Centro, de los daños en el sistema de transmisión, de las eternas postergaciones para arrancar la planta de La Vueltosa. El consumidor finalmente paga que solo la mitad de la generación termoeléctrica funcione y por tanto la producción de la electricidad dependa casi exclusivamente de que llueva.
En el fondo lo que subyace es la ética socialista, la misma que condena a los países a la pobreza y a la esclavitud. A la dependencia al partido único, a la burocracia y a la idolatría al líder. Al eliminar los incentivos a la libre iniciativa y centralizarse la producción bajo los esquemas de la economía planificada, la única preocupación de los trabajadores son la metas mínimas y en lo posible birlarlas. Olvídense del cuento del hombre nuevo. No existe país que bajo la égida del comunismo tenga abundancia. La escasez es su marca de fábrica y los ciudadanos dependen de quien reparta la libreta de racionamiento.
Lo que cada día se observa en los mercados venezolanos es escasez. Dos mujeres se pelean por el último paquete de harina Pan en un mercado de Barquisimeto. Definitivamente hay que estar de acuerdo con el viceministro: mientras el gobierno insista en su socialismo, el racionamiento llegó para quedarse.

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