martes, 17 de noviembre de 2009

LO RACIONAL Y LO ARRACIONAL EN LAS DECISIONES COLECTIVAS


Advierto, para que no se me tilde de plagio que uso casi el mismo título que usara Emeterio Gómez en su artículo del fin de semana, con un agregado, su aplicación a las decisiones colectivas. Es que en ese lúcido artículo, Emeterio nos explica que mucha de las decisiones se encuentra bajo la idea de la arracionalidad, es decir no tienen nada que ver con la discusión desde la óptica de la racionalidad. En el campo de las políticas públicas, entiéndase las decisiones que toman los gobiernos para regular comportamientos sociales, éstas se tratan de explicarlas por lo general desde el punto de vista de la racionalidad.
Pongo unos pocos ejemplos, Graham Allinson analiza la crisis de los misiles desde tres ópticas de la racionalidad, la del actor estado, la de los departamentos y la de los individuos, cada una de ellas conlleva formas diferentes de influenciar las decisiones, pero siempre bajo la óptica de la racionalidad. William Dunn, el autor del manual más conocido de Políticas Públicas, sostiene que las políticas deben ser analizadas desde al menos cuatro tipos de racionalidades, la técnica, la legal, la económica y la política. Lo que en el fondo significa es que se deben sopesar las decisiones en función de una serie de criterios y luego de un análisis costo beneficio, tomar la decisión que más convenga. Para ello, los llamados tanques de pensamientos han creado una serie de herramientas, como el valor presente neto social, el análisis de costo efectividad, la matriz de impacto cruzado, la matriz de planificación y otras tantas que deberían ayudar a los hombres públicos a saber que es lo que se quiere.
Pero se olvida un detalle, que muchas veces son los gustos y creencias de los soberanos y mandatarios los que determinan las decisiones y no los criterios racionales. Las ideologías no responden a racionalidades sino a perspectivas del mundo. No hay herramienta que apoye al gobernante a decidir si el objeto del Estado es preservar los espacios de libertad de los ciudadanos, o disminuir las diferencias sociales. Ser liberal, socialista o de centro es una decisión ética, no racional.
A no ser que, apoyar la idea de una revolución socialista no responda a una creencia, sino a una racionalidad que le permitiría a ciertos gobernantes sojuzgar a las sociedades y morir de viejo en el poder. ¿Estoy en lo cierto, Fidel?

2 comentarios:

Unknown dijo...

Yvan, creo que uno de los tantos problemas de los analistas de las acciones o inacciones del Gobierno es pensar que lo irracional no es racional.
Lo que sucede es que el Gobierno tiene su propia racionalidad, que o esta dentro del marco que los "lógico" tomamos como racional.
A Emeterio, como economista que Es, le cuesta entender que la destrucción del aparato productivo es racional. Que propiciar un desempleo formal y propiciar un empleo informal, es racional. Que propiciar la división del pueblo en comunas y la producción agricola en base a conucos es racional. Que la destrucción de la moneda, del crédito país, las FAB, la Iglesia, la proliferación de leyes solapadas y contradictorias, Y así sucesivamente.
Lo que debemos aprender, es que toda esa lógica irracional contribuye al fortalecimiento del modelo dependiente de la población y fortalece el modelo autoritario; propiciando en consecuencia la debilidad del pueblo para reaccionar.
En fin, no es nada que tu no sepas y menos el Dr. Emeterio Gomez; pero que no nos queremos concientizar de que el pensamiento "lógico del gobierno" difiere del pensamiento "racional capitalista" dentro de este mundo bizarro que nos toca vivir.

Yvan Serra Díaz dijo...

La lógica de los actores, no es la racionalidad de las instituciones. Se puede ser perversamente racional y aprovecharme de los demas para mi provecho personal. La propuesta de Emeterio a lo que me sumo, es que la democracia debe ser un valor y no un calculo. Ser democrata significa aceptar malos gobiernos, pero no gobiernos autoritarios. Es una tema de valores, no de eficacia, que sería una decisión racional.