lunes, 2 de julio de 2007

Nada que discutir

Desde hace una semana, en los círculos políticos y especialmente en los opositores y en la sociedad civil existe el temor por la nueva reforma constitucional. Un papel de trabajo que supuestamente se filtro a los medios de comunicación es la causa de los aprensiones. A pesar que la especie ha sido desmentida por los voceros de la Reforma Constitucional, del cual dicen es un documento apócrifo, pocos dudas, que como dice el dicho popular, por allí vayan los tiros.

Es decir, esta reforma tiene poco que ofrecer y la versión que finalmente será discutida tendrá mucho parecido con la publicada. Ésta será simplemente un instrumento para la perpetuación del actual mandatario para mandar hasta que el cuerpo aguante. Su único objetivo proponer la elección indefinida para el cargo del Presidente de la República y reducir cualquier poder que potencialmente se le oponga, es decir mayor control sobre la iniciativa privada, disminuir las competencias de los otros poderes, tanto en su sentido horizontal (legislativo, judicial), como en su sentido vertical (gobernaciones, alcaldías), para concentrarlo en el ejecutivo nacional, crear un ejercito partisano y otras perlas propias de los totalitarismo del siglo XXI.

Si esta será la tendencia, con este borrador apócrifo o los otros oficiales, que saldrán a la luz pública cuando sea enviado al parlamento, en ella no hay nada que discutir. No hay que perder el tiempo discutiendo el número de estados de la república o las competencias del legislativo o de los gobernadores. Tampoco pelear por el monto del situado constitucional, y cuanto de esta tajada le correspondería a las alcaldías o a los Consejos Comunales. Simplemente oponernos, porque en el germen de esta reforma se esconde la perdida definitiva de la libertad de los venezolanos.

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