martes, 26 de julio de 2011

¿COSTOS JUSTOS?



No hay forma de gobernar a personas inocentes

Ayn Rand

La acepción más elemental de justicia, es aquella que establece que cada quien obtiene lo que le corresponde. Todo esto está muy bien, el problema es saber que es lo que a cada quien le corresponde y a cuenta de que. En esa pregunta están todos los filósofos desde hace siglos y según mi entender todavía no hay y dudo que haya una especie de consenso más allá del cliché que inicia este párrafo.

En eso pretenden estar los reguladores económicos, aquellas personas tan virtuosas que envidian el éxito de aquellos no tan virtuosos, y pretenden que en lugar de sus prósperas vidas, ellos tengan una vida tan miserable como la que les es propia. De acuerdo a su entender, el éxito y la prosperidad solo se logra al quebrantar algunas de las leyes morales que deben regir nuestra existencia y de las que ellos han sido designados sus inescrupulosos guardianes.

Este resentimiento y envidia social que generan los empresarios exitosos se esconde en el novísimo decreto con fuerza rango y valor de ley de costos y precios justos. Para los reguladores de una sociedad que avanza hacia el “socialismo”, la inflación en lugar de ser un fenómeno monetario como se está harto demostrado, es un problema moral, de unos seres depravados que intentan vivir mejor a costa de que otros vivan peor.

Vamos a atender el problema más detenidamente: el proceso de intercambio de bienes y servicios es en la práctica un intercambio de valores. Una persona se desprende de algo que aprecia (generalmente dinero) para obtener algo que debe valer, al menos lo mismo. La apreciación de este valor es algo totalmente subjetivo, puesto que las necesidades de cada uno son distintas y nadie está obligado a adquirir un tipo de bien. La justicia se da en la medida que alguien considera que ese bien vale más que el dinero que se paga para obtenerlo.

En cualquier economía el precio se fija a partir de dos variables, la primera los costos, que establece un piso para los precios, por aquello que de acuerdo a un criterio de racionabilidad mínima, nadie vende por menos de lo que le cuesta; y la demanda, que está fundamentada básicamente por la escasez, y que determina un techo para los productos, ya que partiendo del mismo criterio racional, nadie va a comprar un producto de similares características caro, si puede comprarlo más barato. La inflación se genera cuando se pierde el equilibrio ente masa monetaria y bienes en el mercado, generalmente producto del intento de gobierno de equilibrar déficits fiscales produciendo dinero.

Dejando a los agentes económicos actuar libremente y los estados interviniendo solo ante fallas de mercado, el resultado sería una economía eficiente con precios equilibrados. El mercado establece un mecanismo autoregulador que opera como un termostato para regular los precios. Por el contrario, una economía controlada con pocos incentivos para el emprendimiento y trabas para la actividad económica genera escasez, disminuye el número de oferentes, incrementa el riesgo de los agentes económicos, porque además de la competencia debe protegerse del estado e incrementa los costos de transacción, ahora hay que tener a personas que solo se ocupen de Cadivi o de Sitme, y todo eso suma al costo total de los bienes y servicios que se ofrecen.

Un viejo chiste, da cuenta de un gobernante que quiso eliminar por decreto la ley de la oferta y la demanda. El chiste deja de serlo con esta ley. Pero se puede decretar la abolición de la ley de gravedad. Las cosas dejaran de caerse al piso porque alguna ley la prohíba.

El decreto de marras se encuentra lleno de afirmaciones ideológicas sin ninguna base científica y galimatías de todo tipo. Intenta hablar de costos justos, como si esto fuera un asunto ético. A la hora de fijar precios, los costos son los que son y no los que debieran ser. Y los precios se fijan hasta donde la gente este dispuesto a pagar. Pero si los bienes son escasos, van a subir su precio, por más que estos pretendan ser determinados por un “modelo estadístico” basado en una “data registrada”. Quieren conocer el efecto práctico de la aplicación de la ley, busquen aceite comestible en el mercado. Si no lo consiguen, vayan ante cualquier comerciante informal quien seguramente si tendrá y pregunten su precio, y podrán conocer la diferencia con el precio de la regulación.

Además de un mercado negro, otra cosas que habrá en este nuevo contexto, serán muchos culpables. Antes leyes que no se pueden cumplir, la violación de ésta será la norma. El gobierno se verá inocente por la escasez y la inflación que no podrá contener y expiará tu pobreza en multas y cierres, y sin que nos demos cuentas el incremento de poder será pagado con el aumento de nuestras miserias.

miércoles, 20 de julio de 2011

LOS CESTA TICKET DE LOS MAGISTRADOS


Soy de los que piensan que el mejor beneficio que se les puede ofrecer a los trabajadores son buenos sueldos. Estos debería ser lo suficiente para que pueda proveer de la alimentación diaria de la familia, pagar los gastos de vivienda, la ropa, el transporte, la educación de los hijos y algo para distraerse. Además debe sobrar algún dinero que le permita, acometer en un futuro algunas inversiones, atender las contingencias y proveerse de unos recursos para el momento en que la edad lo jubile. Para obtener estos últimos beneficios, los trabajadores pudieran optar por utilizar sus propios ahorros o contratar pólizas de seguros que sirvan igual para estos fines. Ingresos adicionales vía primas u otros beneficios no vinculados al trabajo lo que hacen es crear complejidades al sistema y afectar la competitividad de las empresas, porque desvincula la necesaria relación entre trabajo y producto.

En atención de la creencia paternalista, que los ingresos de los trabajadores se utilizaría de manera inadecuada, el estado y los sindicatos han pugnado porque las empresas tengan la responsabilidad de cuidar de sus gastos y por tanto ellas deben atender sus gastos de seguridad con pólizas de hospitalización, cirugía y maternidad, darles primas por hijos (¿que tiene que ver la productividad con el número de hijos de una familia?), darles aportes por útiles escolares, y pare de contar. Todo esto está muy bien, pero por supuesto son cifras que finalmente se deducen de los sueldos y salarios que pudieran pagar las empresas y ocasionan inequidades en la relación laboral.

Uno de estos beneficios, establecidos durante el gobierno de Rafael Caldera fue la Ley de Alimentación de los trabajadores. Este era un reconocimiento al gasto que significaba tener que ausentarse durante más de 8 horas del hogar y por tanto realizar alguna de las comida fuera de su casa. El patrono tiene por tanto, la obligación de compensar este gasto adicional con una comida balanceada, a aquellos trabajadores que asistieran a su puesto de trabajo y que devengaran menos de tres salarios mínimos (un reconocimiento tácito de lo que les cuesta alimentarse a estos trabajadores). Digo tenía, porque con las modificaciones realizadas a la nueva ley, los trabajadores se hacen acreedores a este derecho, vayan o no vayan a trabajar puesto que todos saben cuanto vale un reposo médico de una persona sana.

La manera en que las empresas pueden otorgar este beneficio laboral, es de seis maneras, pero que podemos resumirla en tres: con un comedor (propio, de varios o administrado por un tercero), con la entrega de una comida por una empresa especializada o a través de tickets o tarjetas electrónicas. Estas últimas, son las llamadas "cesta tickets" que consiste en un vale que solo puede ser canjeado por comida.

El uso real de la cesta ticket es de un sueldo disfrazado, en lugar de considerarse como un beneficio social con características especiales. Solo que (por ahora) no genera prestaciones sociales. Los sindicatos lo piden, independientemente que las empresas tenga o no tenga comedores, lo piden los jubilados, aunque ellos no tengan que salir de sus casas, y finalmente, lo usan los magistrados para compensar la caída de sus honorarios, como consecuencia de la ley de emolumentos del sector público.

Obviemos que de acuerdo a la ley, el monto máximo de la cesta ticket, sería de 0,5 unidades tributarias por cada jornada de trabajo y que representa la cantidad de treinta y ocho bolívares diarios, lo que representa el subsidio que la empresa le otorga a cada trabajador por asistir a su trabajo.

Si la noticia es cierta, y la cesta ticket de los magistrados, es para compensar sus gastos de alimentación, que ya no puede atender con sus emolumentos de 12 salarios mínimos, el subsidio para estos gastos superaría los cuatrocientos bolívares diarios. Habrá que suponer que el beneficio de los magistrados incluye además de la comida gourmet propia de su investidura el vaso de whisky, que los aliviaría de las tensiones diarias que significa tomar decisiones, ante los grandes dilemas que se le presentan a la república. De otra manera no se explica tan onerosa compensación.

miércoles, 13 de julio de 2011

GOBERNABILIDAD EN LOS NUEVOS ESCENARIOS


No hace falta un gobierno perfecto; se necesita uno que sea práctico.

Aristóteles

La palabra gobernabilidad refiere según los diversos autores a dos tipos de situaciones, la primera refiera a la estabilidad en el funcionamiento de un Estado, es decir que los ciudadanos puedan llevar una vida normal y un gobierno que atienda sus funciones para que esto sea posible. La otra situación, es algo más profunda y refiere a un gobierno funcional que asuma de manera eficaz y transparente su gestión y pueda en un ambiente democrático incrementar el bienestar de sus ciudadanos.

Quizás la principal razón para que exista un gobierno, es el control de las acciones de los individuos, que en alguna circunstancia que se sientan libre de hacer lo que le venga en gana, hagan precisamente eso, generando una situación de caos donde la vida y los bienes de los ciudadanos se ponga en peligro inminente. Que exista gobierno no significa que exista gobernabilidad. Sucesos como lo ocurrido en Venezuela (2002), Argentina (2001), Ecuador (2005), Bolivia (2003, 2005) y en varios países del Oriente medio (2011) muestra situaciones donde mantener a la gente tranquila en sus quehaceres habituales puede resultar una tarea complicada. En ocasiones la solución requiere de un cambio de gobierno y en los casos más extremos la guerra civil. Nada más peligroso que la ausencia de gobierno.

Precisamente porque atañe a la gobernabilidad, específicamente a la primera señalada, una enfermedad que se anuncia como grave de un jefe de estado, es precisamente un asunto de estado (perdón por la redundancia) y por tanto algo que atañe a lo público. Esto implica, por respeto al soberano, que la gente tiene que saber la verdadera condición del presidente. No es el capricho de un funcionario determinar que es lo que tiene que saber, sino una obligación en un país democrático.

Todos los países tienen en sus costumbres y preceptos constitucionales la manera en que se atienden las crisis políticas. El desarrollo institucional del país es la variable que dicta hasta que punto se respeta los derechos constitucionales para resolverlas. El hecho que el vicepresidente no haya sido formalmente designado como presidente encargado mientras duro la convalecencia del presidente en Cuba, demuestra la vulnerabilidad de estas normas en Venezuela.

Por lo general un proceso nominal o verdaderamente revolucionario, requiere un liderazgo fuerte, pero a su vez que los posibles sucesores mantengan la misma fortaleza o incluso superior. Las revoluciones giran en torno a personas y no a instituciones, y por tanto debería existir una garantía personal sobre quien deben recaer las decisiones, en caso de la ausencia del líder. En Venezuela esto no existe, puesto que todo gira en torno al único líder. Por tanto ante una institucionalidad tan debilitada, si se diera una crisis política de envergadura por la ausencia o incapacidad de la figura presidencial, la gobernabilidad en su sentido más básico pudiera resquebrajarse.

Por los momentos la salud del presidente, más que la salud institucional es la garantía de gobernabilidad de nuestra república. Con unas instituciones sanas, la enfermedad de un presidente, sería simplemente un evento, que se resolvería dentro de los canales institucionales. En un gobierno revolucionario, fuertemente personalista fundamentado alrededor de un liderazgo carismático la enfermedad presidencial pudiera desatar la caja de pandora de la ingobernabilidad. La garantía que esto no ocurra la tienen la madurez de los actores políticos y de la Fuerza Armada, que desde 1958 a la hora que de verdad han requerido su concurso, han sabido responder a la nación y no a los intereses políticos.

Ahora bien, y que pasa con la otra gobernabilidad, aquella vinculada con el término que los especialistas conocen como gobernanza. Pues muy fácil, esta no existe en Venezuela desde hace más de veinte años. Solo se vislumbra en algunos gobiernos regionales y locales, los cuales a su vez, cada vez tienen menores recursos para mantenerla.

Para que la verdadera gobernabilidad se logre, es fundamental un cambio en la gestión pública, que parece solo ser posible, a través de un cambio en la dirigencia de los que hoy conducen nuestros destinos, quienes mediante un gran acuerdo de convivencia nacional, cambie el modelo de desarrollo que actualmente sufre la sociedad venezolana.

jueves, 7 de julio de 2011

ESCENARIOS


El vicediós siempre es ateo

Mario Benedetti

A pesar que muchos piensan que es imposible, la mayoría quiere saber lo que va a pasar. Las predicciones de Adriana Azzi logran aumentar las ventas del diario El Nacional el último domingo de enero. Tomar las previsiones ante las posibles contingencias, es algo que atañe a todos y cada uno. En esto esta la humanidad se encuentra desde que se conoce la historia. Conocido el oráculo de Delfos (siglo VII a.c.), donde gente de toda clase buscaba las respuestas a la pitonisas del templo, hasta las consultas gratis al horóscopo y a la galleta de la fortuna, que son consultados por mis amigos de facebook y publicados en mi muro, las que superan el filtro de mis bloqueos. El tema es que muchas de las decisiones dependen de lo que se supone pasará en el futuro.

De esto trata la planificación estratégica, si bien es cierto que el futuro no se puede conocer, si se puede suponer. Unas de las técnicas para suponer futuros utilizadas por la planificación estratégica es el uso de escenarios, que como lo define Michael Godet: refiere al “conjunto formado por una situación futura y de la trayectoria de eventos que permiten pasar de la situación origen a la situación futura, donde este conjunto de eventos presenta cierta coherencia”. Eso si, la construcción de escenarios, se construye a partir de realidades ciertas y conocidas.

Analicemos la situación política a partir de los nuevos acontecimientos. Hay un hecho al que podemos dar certeza, el presidente está siendo tratado por presentar formaciones de carácter cancerígeno si hemos de creerles a Nelson Bocaranda Sardi y al propio presidente. Se está por tanto en presencia de una dolencia grave, que pudiera significar desde un empeoramiento de su estado de salud hasta su fallecimiento (vaya nuestro voto por el restablecimiento pleno de su salud). Hay otro hecho notorio, desde el lado del gobierno, la única garantía tangible del mantenimiento de la revolución es la permanencia de Chávez en el poder. De tal manera que esta afectación es un hecho que pudiera ser trascendental para el devenir de la nación venezolana.

En vista de estas dos eventos conocidos, podemos crear algunos escenarios, es decir suponer algunos futuros posibles de tal manera, que de presentarse alguno de ellos, ejecutar una serie de acciones ya acordadas.

En este sentido se prevén tres escenarios con miras a la campaña presidencial del 2012:

1.- El presidente vivito y coleando: El presidente se cura completamente de su enfermedad, sin que esto signifique ningún trastorno en su actividad como jefe de estado, candidato y líder de la “revolución”.

Las consecuencias de este escenario es que el presidente puede verse fortalecido en su imagen de vencedor, que logra derrotar hasta el cáncer, además de mantener la cohesión interna del partido en aras de la campaña presidencial. Incluso pudiera aprovechar ciertas expresiones realizadas por opositores radicales (será que en algún momento se puedan amarrar a los locos) cuyos deseos expresado por las redes sociales dista mucho del ánimo de reconciliación que priva en la mayoría del país, para deteriorar la imagen de la oposición.

Como este era el escenario dominante ante de los eventos conocidos, no es de esperarse otra cosas que lo que ya estaba previsto. Es decir un presidente en campaña, tal como nos tiene acostumbrado y la oposición buscando la unidad en torno a candidaturas que surjan del seno de unas elecciones primarios, previstas inicialmente para febrero de 2012.

2.- El presidente vivo, pero incapaz de mantenerse en campaña. Chávez utilizaría la coaptación (el dedo) para designar a sus sucesores y por un tiempo seguiría tomando las decisiones fundamentales. Mantendría el liderazgo, pero su revolución necesita del surgimiento de otros liderazgos emergentes. En la medida que estos líderes crezcan pueden comenzar a tener sus propias ideas divergentes del hasta ahora líder máximo (o único) del proceso. En este escenario la figura de Chávez, sigue siendo preponderante, por lo menos en el corto plazo y por tanto, los adversarios seguirían enfrentando al mismo líder pero con menor intensidad en sus apariciones públicas. Es la prueba de fuego para saber que tan importante es la presencia física de Chávez, como garantía de triunfo. Aunque Chávez no sea el candidato, seguiría siendo el gran elector. El tono de la campaña pudiera variar en función del estado anímico y físico del actual presidente y de la capacidad del nuevo candidato.

3.- El presidente sucumbe ante sus problemas de salud. Ante la ausencia de un sucesor con liderazgo, el partido y sus movimientos políticos y militares aliados, pueden caer en la anarquía y el desanimo. El partido, ante la perdida inminente del poder puede vivir un proceso de desorganización o precisamente ante este peligro pudiera reorganizarse, amparado en sus estatutos, donde la coaptación sea sustituida por la democracia interna. No abrir los canales de la democracia interna, en una pelea por la sucesión, puede significar el fin del partido. En todo caso con un partido unido o fragmentado habrá un candidato que llevará la tarjeta del Psuv. Este, candidato si desea tener oportunidad electoral, con seguridad vivirá un proceso de moderación de su discurso, en busca de los electores del centro y tendrá que buscar acercamientos con sectores hoy adverso al proceso revolucionario, lo que significará finalmente la liquidación del proceso revolucionario, tal y como se conoce hoy.

La oposición por su parte, no debería caer en un falso optimismo. El áurea del Presidente Chávez puede dar aliento a sus seguidores por unos cuantos años, si el partido del presidente se mantiene unido.

Por tanto ante cualquiera de estos escenarios, la oposición, solo puede tener una estrategia: unidad y elección de los candidatos en elecciones primarias y seguir construyendo el país alternativo, que igual, tarde o temprano, llegará, independientemente de la salud del presidente actual.