martes, 24 de mayo de 2011

VENEZUELA: EL ESTADO DE NATURALEZA


Me sentí muy identificado con una de las intervenciones de Rubén Pérez Silva en el taller de trabajo que se sostuvo con el equipo de iniciativa democrática. Estoy seguro que muchos de los que bajan a las playas de Falcón los fines de semana se sentirán igual. El evento narrado ocurre por lo general los domingos por la tarde, a la hora del regreso a Valencia. Al finalizar el par vial y llegar a la carretera en Morón, el cuello de botella genera, ante el volumen vehicular, la habitual cola de vehículos que algunos asumimos con resignación. El problema es que de lado contrario de la vía no existe tal congestión, por el contrario luce despejada. Eso da pie, que nuestros vivos habituales decidan dejar de hacer cola y avancen ante la mirada indiferente de los guardias nacionales que en teoría deberían obligar el respeto a las leyes de tránsito.

Las consecuencias de tal acciones, son por supuesto más tiempo para los que hacen las colas, porque en algún momento los “vivos” deben incorporarse a su canal, cuando viene algún vehículo de frente. Pero algo si es cierto, los vivos llegan primero y ahorran un considerable tiempo sobre los que, con la venia del Dr. Uslar Pietri y Facundo Cabral, podemos llamar “pendejos”. Cierto sentido de ética y de respeto, en mi caso me impide hacerme el vivo, pero advierto que ganas no me faltan de dejarme de “pendejadas” y pasarme al lado de los vivos y que sean los demás que se “frieguen” o en todo caso nos “fregamos” todos.

Esta situación la describe Thomas Hobbes en su famoso Leviatán como un estado de guerra de todos contra todos. “durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se halla en un estado que se denomina de guerra”. La cola de boca de Aroa es un reflejo del país. Si el gobierno hace lo que le da la gana, el ciudadano común también se siente con licencia para hacer uso de su libertad sin importar el derecho de los demás. Un nuevo pacto social, que incluya empresarios, trabajadores, vecinos, azules y rojitos que ponga las reglas y la manera de obligarlas, es cada vez más necesario y es condición indispensable para la construcción de la Venezuela por venir.

Efectivamente la solución al tema de los vivos de la autopista, es muy fácil si alguna autoridad se dispusiera hacer cumplir el bien común donde todos podamos avanzar de acuerdo a ciertas reglas de equidad y respeto. Solo unas cuantas multas garantizarían mayor fluidez vehicular y quien desee llegar más temprano, que salga antes.

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