martes, 8 de septiembre de 2009

DETERIORO


Ocurre cuando se ve a alguien después de mucho tiempo. Lo viví hace algunos años en los funerales de mi abuela materna. Como ocurre en estas ocasiones, es momento para reencontrarse, amistades lejanas unidas por la presencia del que parte, pero que no forman parte de la cotidianidad familiar. El duelo por la pérdida es compensado parcialmente por los gestos de afectos y los abrazos de aquellos que ocupan un espacio en algún rincón de la memoria.
Mi abuela murió a los ochenta y siete años. No podía esperarse que su despedida estuviera plena de gente joven. Los amigos de los bisnietos por lo general no son las caras de los funerales de viejos. El tiempo transcurre, pero su marca no es percibida, a no ser que la distancia no los muestre. Que grande estás es la expresión típica, cuando vemos al niño ahora joven. Pensar que te conocí cuando eras niño, frase que recibe con sonrojo aquel, que seguramente ya esta casado y con hijos. Lo que no decimos fue lo que encontré en los asistentes al velorio de mi abuela. Caramba cuando envejecieron todos. La muestra de asombro ante el niño que crece, o ante el joven que se hace hombre enmudece ante quien se hace viejo. No hay comentarios sobre canas, ni barrigas, ni arrugas, ni el desgaste de los dientes. Tampoco es que los demás envejecen solos. El impacto de dar cuenta de la vejez de otros golpea como un espejo sobre nuestra persona.
Llega mi prima de España. Estudios doctorales la mantuvieron alejada de la patria casi cuatro años. Tiempo suficiente para dar cuenta de los cambios del país. Algunos olvidos son naturales. Los maracuchos siempre han manejado mal. Eso no ha cambiado, Sencillamente se les olvidó, al tener que vivir en un país donde la gente tiene la costumbre de respetar las leyes de tránsito. Pero otras cosas si son productos del cambio. Sebastián su hijo de doce años, pregunta porque solo se pueden llevar dos kilos de azúcar por persona. El deterioro en este caso no es producto del tiempo, sino de una política pública empeñada en hacer fracasar al sector privado. La nostalgia por el regreso a la patria y los amigos se ve empañada por la Venezuela que encontró. Es como si a alguien le hubieran caído cien años.
Quizás la gente da cuenta de la vejez al perderse la noción de futuro. Cuando se acaban los planes y la vida solo comienza a ser un devenir. Los jóvenes profesionales que deciden marcharse de Venezuela, parecen ser un signo, el país no les ofrece futuro. Venezuela de a ratos parece envejecida. Quizás sea hora de devolverle su juventud.

1 comentario:

Marciano Genua Pérez dijo...

Una forma de devolverle la juventud a nuestra tan maltratada Venezuela, es que se haga justicia una vez se recupere el ejercicio de la democracia; ejemplo que observamos en países que han transitado el camino de la dictadura alrededor del mundo, algunas de ellas sur americanas.
Una justicia seria, sin odios, sin ideologías, sin retaliaciones, como lo representa la diosa griega Temis. Una justicia que tome en cuenta todo el daño económico, social, moral que se ha sembrado. Como reza el preámbulo de la declaración universal de los derechos humanos: “Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias”
Una justicia que siente precedentes y sirva de guía para futuras generaciones, justicia que dignifique a los muertos, presos, perseguidos y afectados, que nos sirva de ejemplo; como lo fue el holocausto perpetrado durante la 2da. Guerra mundial o los hechos barbáricos del 11 de septiembre al Centro Mundial de Comercio en NY.