Todavía me cuesta encontrar alguien que pueda con cierta razonabilidad argumentar las bondades de este gobierno. Más allá de la retórica llena de frases hechas aprendidas de los panfletos marxistas que estuvieron en boga por allá en los años 60 y 70, cuando todavía existía aquel esperpento histórico que representó la Unión de República Socialistas Soviéticas y Berlín estaba separado por un muro que evitaba que los que vivían en el este se desplazara hacia el oeste de la ciudad, no existe discurso que aguante el peso de la realidad.
Ciertamente el gobierno puede inventar cifras, es más, podemos condescender y pensar que son ciertas, pero la verdad verdadera es que sencillamente este gobierno es muy malo. El presidente puede dar cifras en Aló Presidente, pero eso se cae cuando un ama de casa cualquiera debe pagar un kilo de cebolla en treinta bolívares el kilo. El presidente puede encadenar la radio y la televisión, pero sus palabras rebotan cuando al televidente se le apaga la televisión por un apagón. El gobierno puede hacer una inversión inconmensurable en vallas en la Autopista Regional del Centro, pero esto solo altera al ciudadano común, que debe perder toda una mañana para conseguir un litro de aceite comestible para igualmente llegar con las manos vacías.
Quizás la cifra más impactante que muestra las bondades del gobierno es la que recibe cada venezolano cada quincena cuando cobra su sueldo. Los números de Elías Eljuri, director del Instituto Nacional de Estadística o de Jessi Chacón, actual director de una encuestadora gobiernera chocan con la dura realidad de la pobreza a la que es sometido cada días más venezolanos. Las cuatro cifras bajas que representan el sueldo de la mayoría de los venezolanos que trabajan, a duras penas alcanzan la canasta alimentaria. Peor situación viven los trabajadores informales o los desempleados. Si algún ciudadano ha sido víctima del hampa en los últimos meses, lo más probable es que lo enerven las alocuciones gubernamentales.
Esta realidad la conoce bien el gobierno y las consecuencias que de ella se deriva, la derrota electoral en el año 2012. Siendo esta la situación y en presencia de un gobierno inescrupuloso, cuyo único interés real es el poder en si mismo, procura cambiar el juego electoral. Más poder a la milicia, y menos a la fuerza armada institucional, sembrar desesperanza en el electorado, mostrándole a la gente un futuro militarizado, con milicianos enseñando las “bondades” del socialismo a nuestros hijos.
Con el tema de la vivienda, el gobierno hace amagos para ganar las elecciones, pero sabe que esto puede no ser suficiente. Con tiempo se está preparando para otro escenario.
1 comentario:
Lo curioso es que, según una respetable y creíble encuestadora venezolana, la única clase social que ha aumentado es el estrato E y aun así muchos le creen a Jeese y a Eljuri ....
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