A la hora que escribo este artículo todavía cuentan los votos en Perú. La tendencia dice una cosa firme, Ollanta Humala pasa a la segunda vuelta, también dice otra cosa no tan segura Keiko Fujimori lo acompañará.
¿Escogieron los peruanos entre el cáncer terminal y el sida como sugería Vargas Llosa? Evidentemente ambas candidaturas no representan el desiderátum político para América Latina. Deja evidencias que algunos de los valores democráticos son menos importante en la población de América Latina frente a otros temas mas utilitarios y la propaganda electoral. Si los electores no castigan ciertas cosas les estará dando pie a los líderes para que las hagan. En el caso de Perú no se castigo el autoritarismo y la corrupción habida en el gobierno de Fujimori, al avalar a su hija para la presidencia. Igual se le dio un espaldarazo a Humala quien no es precisamente un abanderado de la democracia.
A Alberto Fujimori se le recrimina la corrupción de sus funcionarios y su política de derechos humanos. Como Presidente disolvió el congreso y la corte suprema de justicia. Pero la estabilización del gobierno tanto en lo económico como en lo político le granjeó de una gran popularidad. Sus logros económicos fueron a la par de sus tendencias autoritarias. El apetito de poder lo llevo a plantear sucesivas reformas electorales para justificar su reelección. Fue obvio el ventajismo y el fraude electoral cuando compitió con Toledo. Keiko, su hija, recuerda lo bueno de su padre pero pone distancia cuando se tratan estos temas. “Mi padre saldrá como resultado de una acción judicial, y no porque yo lo indulte”.
A Humala se le critica su cercanía al modelo autoritario y procomunista de Hugo Chávez. En campaña le exige a Chávez que no intervenga en la campaña electoral y se retrata con Lula, máxima expresión de la izquierda moderada latinoamericana. Si llegará a ser presidente, veremos que modelo escoge.
Sobre la verdad de sus intenciones, para suerte o desgracia no nos quedaremos con la duda. Uno de los dos será electo presidente en los próximos días y veremos en acción sus verdaderas intenciones.
Por las cifras macroeconómicas parece haber sido una buena decisión de Perú haber elegido a Alan García hace cuatro años, a pesar de haber dejado a ese país en ruina y con un altísimo nivel de conflictividad cuando gobernó ese país en primera ocasión.
Cosa complicada la política.
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