viernes, 2 de abril de 2010

ALICIA Y HENRY


Reconozco ser un fanático de los mundos creados por Tim Burton, siempre acompañado por Johnny Deep desde que creara el “Hombre manos de Tijeras”, la ciudad gótica de “Batman”, el “Jinete sin cabeza” o las historietas de “Pesadilla antes de la Navidad”. No es menos en esta ocasión, cuando recrea una historia a partir de la obra de Lewis Carrol, “Alicia en el país de las maravillas”, tanto por su cinematografía como por la interpretación del sombrero loco, pero muy especialmente por el rol de la Reina Roja. Tirana y ególatra cualquier desliz de un súbdito es cobrado con la pérdida de la cabeza. El poder de la reina descansa en el control sobre Jabberwocky, el dragón que aterroriza al país de las maravillas. Sin embargo, el principal instrumento usado por la malvada reina roja es su ejército de cartas de barajas. Armados de lanza, ejecutan sin chistar todas las órdenes de la usurpadora. Incansables en su tarea, buscan y apresan a los enemigos o mejor dicho las víctimas de la reina. A diferencia de la historia original, Alicia en lugar de ser la temerosa niña, se transforma en una valiente soldado que logra vencer al temido dragón.
Pero he aquí lo más interesante de la historia, el momento, cuando la reina roja, le pide a un soldado que corte la cabeza, pero el hasta entonces muy diligente soldado, le dice a la reina, que sencillamente ya no tiene porque obedecerla. Es en ese momento, y no con la simbólica muerte del dragón, cuando la princesa en realidad pierde el poder y el reino, que tiene que devolver a su hermana la reina blanca. Algo así como cuando los tiburones decidieron no hacer caso al tiburón 1 en un recordado 11 de abril.
Desde hace algún tiempo, en lugar de ver acontecimientos veo procesos, es decir la cadena de eventos que debe conducir a un final. El presidente ante la imposibilidad de que su gobierno funcione, recurre a la salida fácil. Si los comerciantes no quieren hacer caso, se les expropia sus comercios, para eso tiene sus barajitas rojas, que con sus lanzas toman a la fuerza lo que la ley no les permite. Los terrenos de una zona industrial en Barquisimeto deben ser expropiados, por una razón, ojeriza al catirito que manda en la empresa del Oso. Que le corten la cabeza. Solo que en este caso, un gobernador, que la gente quiere por más por eficiente que por revolucionario, le dice que primero le hace caso a la Ley que al Presidente. Me encantan los mundos de Burton, quizás porque se están pareciendo tanto a Venezuela.

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