miércoles, 3 de junio de 2009
CONTRA TODA MINORÍA
El Mito: La gente quiere votar por nombre y apellido. Eso no son más que buenas intenciones y de ellas está empedrada el camino al infierno. Creo que he comentado en varias ocasiones la tesis de Anthony Downs sobre la ignorancia racional de los votantes. La gente racionalmente decide ocuparse primordialmente de sus asuntos privados en lugar de los asuntos públicos, así que por tanto, sus niveles de información sobre los temas político son por lo general pobres. Así que no les pida a los electores que discrimine en toda la fauna de candidatos que se presenten en una contienda por el voto legislativo, quien es cada quien, que examine sus currículo para conocer su honestidad y diligencia, este al tanto de sus propuestas y las compare con sus valores y creencias y ponga a prueba la factibilidad de sus promesas, para luego de sopesar todos elemento, votar. Por supuesto puro gamelote.
Si esto es verdad para cualquier parte del mundo, en Venezuela la polarización del ambiente político ha reducido la indagación electoral a solo dos preguntas ¿Quién es el candidato de Chávez? para un sector o ¿Cual es el candidato de la oposición? para el otro. De tal manera, que en la decisión, a pesar de los nombres, de los candidatos por iniciativa propia, el comportamiento del elector es muy similar al que hubiera si existieran solo planchas cerradas de partidos, como era en las primeras décadas de la democracia. Las muestras son mas que fehacientes, cualquier encuesta revelaría que los ciudadanos que conocen quienes son sus representantes sus parlamentos no supera el 5% en la mayoría de los casos.
Cuando se comentó lo del camino al infierno, creo no estar muy lejos de la realidad. Si pensamos que en el reino de la justicia democrática, uno de sus principios fundamentales que debe ser respetado es la representación proporcional de las minorías, entiéndase donde la composición de los parlamentos debe reflejar en porcentajes de escaños el voto de los ciudadanos, en Venezuela debemos estar en el purgatorio.
En la elección uninominal absoluta que se realizó en Venezuela para escoger a la Asamblea Nacional Constituyente, el resultado no pudo ser más gráfico, con el 55% de los votos los partidarios de Chávez dominaron más del 90% de los escaños.
Venezuela ante la presión de los románticos uninominalistas que propugnaba el voto por nombre y apellido, pero reconociendo el peligro para la representación proporcional, acogió una modalidad parecida al sistema mixto Alemán, que combina el voto lista y el voto nominal, en una proporción donde 60% de los escaños se escogen por nombre y el 40% restante de las planchas cerradas presentadas por los partidos, pero sustrayendo por cada representante electo uninominalmente, uno de la lista. De esta manera la representación proporcional de la minoría, no queda tan afectada.
Una triquiñuela de los partidarios del Gobernador de Yaracuy Eduardo Lapi en las elecciones realizadas en el año 2000, que consistió en postular en partidos distintos los candidatos nominales y los de la plancha, le permitió apoderarse de la casi totalidad de los cargos de la Asamblea Legislativa del Estado Yaracuy. Esta práctica que se comenzó a llamar como “Las Morochas” fue perfeccionada y masificada por los seguidores de Chávez, y posteriormente “legitimada” por el Tribunal Supremo de Justicia. El resultado ha sido una preponderancia de las mayorías electorales, que obtienen por esta vía sobrerrepresentación en los órganos deliberantes de Venezuela.
El proyecto de Ley Orgánica de Procesos Electorales, hace innecesario la utilización de las morochas, puesto que distorsiona el sistema mixto escogido, al eliminar la incidencia del voto nominal en el voto lista, favoreciendo en la práctica la sobre-representación de los partidos mayoritarios en la conformación de los parlamentos. Elimina las morochas, pero también elimina la representación proporcional, garantía de la participación de los partidos minoritarios en los cuerpos legislativos.
Dos proposiciones:
Quizás parezca un contrasentido histórico, pero si se acepta que el comportamiento real del votante esta muy lejos de la votación uninominal, la mejor manera de garantizar la representación proporcional de las minorías es a través de reimplantar el tradicional método de elección por listas cerradas y asignar los cargos por cociente de votos.
La segunda posibilidad, es que el nuevo instrumento legal mantenga la incidencia del voto nominal sobre el voto lista que establece la ley actual, pero estableciendo la obligatoriedad de los partidos de presentar para cada elección parlamentaria en donde decida participar, candidatos en planchas y candidatos nominales. Así no habrá morocha que valga y que se utilice para irrespetar el voto de los venezolanos.
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