Son las 7:40 de la mañana. Me acerco al Banco de Venezuela para depositar un cheque. Hay dos colas, una conformada por personas de tercera edad. Por supuesto me coloco en la otra. Una hora después, con diez minutos de retraso el banco abre sus puertas.
El vigilante es el encargado de poner orden en la puerta. El decide que cola pasa y cual espera. Un cliente protesta porque no lo dejan pasar. Dice que no sabía cual cola hacer y que está allí desde las 7:30. El vigilante discute un poco, pero cede y le da entrada. Debe tener el don de Isaías Rodríguez, que por la mirada sabe el porcentaje de verdad en las palabras.
A las 8:50 entro al banco. Un papelito que bota una maquina dice mi nombre y me informa que me toca el número 1007, de una serie que va del 1000 al 1999. Una caja de las diez atiende a los clientes de la serie 1000. El número 1002 brilla en rojo encima del cajero. El cliente se toma su tiempo. Después de atender al 1003, cambia de serie. Casi todas las cajas comienzan a atender a la serie que va del 0001 hasta el 0999. Las personas que se acercan son todas de la tercera edad. Comienza a pasar el tiempo, 10, 15, 20 minutos. Las cajas siguen llamado la serie de los tres dígitos, pero en las cajas en lugar de ancianos jóvenes perfectamente saludables son atendidos con su 0012 o su 0017. La espera de los 1000 ya va por media hora y todavía no llaman el 1004. Un mensajero motorizado que se encuentra al lado mío se queja por tener el 1014.
Ya pasan las 10 a.m. y todavía no llaman a los titulares. Reclamo al gerente de servicio y a los cajeros, estos dicen que van a averiguar o lanzan órdenes al vacío. Uno de los cajeros a quien consulto me responde mal humorado que hay tres maquinas dañadas y que falto personal, su cara me dice que me la cale. Por fin la caja 1 comienza a llamar a la serie de los mil. Han pasado más de cuarenta minutos. Al llegar al 1005 se vuelve a parar. Pido una explicación y el cajero con mala gana me dice que están resolviendo un problema con Cadivi. Al rato el de la caja 1 atiende discretamente al mensajero portador de la 1014. Aquí se me sale el apellido y comienzo a protestar a la caja, un señor a mi lado me acompaña, posee un 3000 que tampoco sale. Le auguro la mañana completa y parte de la tarde para ser atendido.
El ambiente ya es bastante tenso. A las 10:30 llaman nuevamente a la serie 1000. Por fin puedo depositar mi cheque. Tenía que buscar unas tarjetas de crédito, pero seguro que esa operación tardaría dos horas más y el reloj ya casi marca las 11:00. Antes mi malestar estaría dirigido a unos españoles desconocidos. Ese jueves me acordé de Esteban, el nuevo administrador del Banco que dice servir de corazón.
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