miércoles, 21 de octubre de 2009
QUE SU PALABRA VAYA POR DELANTE
Me disponía a escribir mis impresiones sobre la crisis eléctrica, con apagones que por lo menos en mi casa, ocurren casi a diario, cuando una noticia me obliga a posponerlo hasta la semana próxima. El tema es la intervención de Jorge Giordani, el cual recoge algunas cosas sensatas, que ojala escucharan los ministros de línea dura como Eduardo Samán. En primer lugar reconoce del poco éxito del gobierno en política económica en su principal indicador que es la producción, y en este sentido reconoce que “no hay duda que el aparato productivo no reacciona". Para luego reconocer la importancia del sector privado en la economía, con lo cual desdice toda la doctrina marxista, que arguye como fuente de la desigualdad humana al modo de producción capitalista y la tenencia en manos de unos pocos las herramientas (capital) en desmedro de los que ofrecen solo su fuerza de trabajo (proletarios).
Hago un paréntesis para explicar que el planteamiento comunista marxista, consideraba que la revolución para resolver esta desigualdad expropiaría los bienes de producción para traspasarlo a la clase obrera. En los países que sufrieron estos procesos, fue el Estado y no la clase obrera la que se quedó con las maquinarias, con la consecuente pauperización social, pero a la vez transformando la desigualdad burguesía proletariado en la desigualdad de una privilegiada nomenclatura y el resto de la sociedad.
La tesis de Giordani es que "en esta transición hay espacio suficiente para que participe el sector privado de la economía”. El único problema es que las políticas públicas en esta materia se han dedicado a satanizar al sector privado y atosigarlas de controles que la hacen prácticamente inoperante. El aumento de la conflictividad laboral promovida políticamente por dirigentes del partido de gobierno, el cambio permanente de las reglas económicas, porque el gobierno en esta materia toma decisiones “todos los días”, la toma de fincas y plantas industriales, almacenadoras y medios de transporte, sin razones legales que la justifiquen, el cierre de emisoras por formalismos jurídicos, la deuda gubernamental con proveedores privados, la inamovilidad laboral, los mecanismo que favorecen la importaciones de productos terminados en lugar de materia prima y bienes de capital, y un largo etcétera, no son precisamente las decisiones que un gobierno deba tomar para favorecer un clima de confianza en el empresariado y que los motive a invertir en Venezuela.
Ministro, para tratar estos problemas comience el diálogo y que su palabra vaya por delante.
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