jueves, 26 de febrero de 2009

SE JUNTARON EL HAMBRE Y LAS GANAS DE COMER


Ciertamente hay fortalezas electorales en el partido de gobierno. Igual existe cierta concepción maquiavélica del poder, en la cual los escrúpulos valen poco si se trata de mantenerse atado en la presidencia. Pero al lado del desmedido uso de los recursos públicos, la amenaza, la intimidación y chantaje, existe un buen candidato, que participa en todas las contiendas electorales que han ocurrido en Venezuela desde 1998. De hecho toda elección en Venezuela, incluso hasta de Asociaciones de Vecinos, se convierte en un plebiscito sobre si se quiere o no se quiere al Presidente. Nadie pensará que Mario Silva contaba con el 42% de simpatías en Carabobo, o que los millones de votos que obtuvo Rosales en el 2006 eran de él.
También existe una conexión popular entre Chávez y la gente humilde. Especialmente en el estrato de mayor pobreza, el que la calificación de FUNDACREDESA, denomina como “E”. Su demagogia redencionista y el manejo propagandístico de sus programas sociales a los que denomina “misiones”, le granjean una gran popularidad en esos sectores, que no se ha mermado lo suficiente en estos diez años de gobierno.
Pero del otro lado, existe una oposición que no logra transmitir un mensaje esperanzador. Más allá de los estudios técnicos de lo que harían si llegaran a ser gobierno, que por supuesto no existe la posibilidad que sean asimilados por la mayoría de los votantes, existe el vacío de una visión de futuro alterna.
Se habla que falta dirección política, estoy de acuerdo. Cruzo la parroquia Miguel Peña de Valencia, los pendones que llenan al Norte de Valencia, que invita a votar NO para avanzar, por hijos, la propiedad, la seguridad, sencillamente no existen. Me dicen que el gobierno las quita, pero no hay nadie que las defienda. El problema es que es más fácil hacer campaña desde Globovisión que meterse en los barrios. Henrique Fernando en Carabobo, o Carlos Ocariz en el Municipio Sucre de Caracas, dieron lecciones a los políticos que quieren aprender.

lunes, 16 de febrero de 2009

LA PELEA ES PELEANDO


Ahora o nunca. Seguramente eso paso por la cabeza del presidente Chávez el 23 de noviembre conocido los resultados electorales. Contaba con una oposición agotada y fragmentada. Nuevos gobernadores y alcaldes, que no se iban a desmarcar del PSUV a dos meses de haber triunfado. Sabía también que podía contar con una organización que acababa de demostrar su eficacia. Muchos no entendieron el esfuerzo realizado por Chávez con miras al 23 de noviembre. Una derrota hubiera acabado con sus aspiraciones de mantenerse en el poder allende el 2013. En contra, solo un factor, la propuesta de eliminar los límites al mandato no era bien vista. Ni Bolívar, quien critico abiertamente la posibilidad de gobiernos largos en el Discurso de Angostura, ni mucho de sus partidarios, quienes sentían que era una imposición solamente para su beneficio.
Sesiones de focus group, le habrán dado el argumento. Argüir que el pueblo es quien quita y pone gobiernos, iba ser el centro de la campaña. En el ínterin una concesión, la reelección será para todos los cargo de elección popular.
Había que correr, la cesta petrolera venezolana marca el precio del barril a US$. 37, el presupuesto del 2009 lo estima en 60. Habrá que dedicarse a gobernar y tomar decisiones dolorosas.
Todos los argumentos que se hicieron contra la posibilidad de una reelección indefinida se mostraron descaradamente. La oposición no lucha contra un partido, sino contra toda una maquinaria estatal. Mientras Chávez este en el poder, habrá que contar que nunca habrá competencia en igualdad de condiciones. Pocos presidentes pierden cuando se postulan para su reelección, presidentes con petróleo menos. Una mirada más fría a los números muestra que a pesar del ventajismo la oposición sigue sumando votos. Chávez puede sentir que la crisis del capitalismo puede tragarse a gobernantes socialistas. Parece que el destino juega para Venezuela, no era el momento de una crisis política, cuando la economía mundial no termina de tocar fondo y tiene a nuestro país en la mira.

lunes, 9 de febrero de 2009

¿HABLARÁ LA ESPIRAL DEL SILENCIO?


Un viejo chiste dice que los economistas (yo lo extendería a cualquier científico social) se la pasan seis meses del año señalando lo que va a pasar y los otros seis meses explicando por qué no paso lo que ellos dijeron que iba a pasar. El problema es que, por más números que se maneje, la conducta humana puede resultar en ocasiones impredecible, y no vale contar con todas las herramientas para el análisis de datos y sistemas expertos, siempre existen elementos que desdiga el mejor de los concienzudos análisis que se pueden hacer para proyectar la complejidad de la vida social.
En el mundo de la opinión pública, una de las variables que pueden afectar un pronóstico es la conocida Espiral del Silencio que postulara la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann. En otras palabras, mucha gente pudiera no decir la verdad a un encuestador, porque cree que debe contestar de alguna manera, independientemente de lo que el crea realmente o de su conducta sobre el tema que se le esta abordando. Esto es particularmente cierto con temas que gozan de cierta antipatía en las mayorías. Si hoy día es considerado malo disciplinar a los hijos a correazos, lo más probable es que frente a un cuestionario un padre oculte que de vez en cuando haya tenido que poner en riesgo la gravedad de sus pantalones frente al niño que persiste en el berrinche, una vez que las explicaciones y las súplicas se le hayan agotado.
En la dinámica de nuestro particular entorno político, si hoy existe una mala palabra es la abstención. En todas las encuestas celebradas luego del referendo de la reforma, ante la pregunta si piensa ir a votar, las respuestas positivas con frecuencia superan el 90%, pero a la hora de la verdad, sabemos que no irán a votar en el mejor de los casos, al menos un 30% de estos electores. En el referendo desaprobatorio de la reforma presidencial del 2D, no hubo encuestadora, que predijera que la derrota del SI provendría de una abstención de más de dos millones de personas que un año antes, había votado a favor de Hugo Chávez.
El actual régimen que de menesteres electorales, algo sabe, ha dirigido su campaña para la aprobación de la enmienda propuesta, precisamente a este grupo de venezolanos. La hipótesis que ellos manejan, es que hay un voto duro opositor, que ellos calculan en 4 millones de electores, a los que no vale la pena trabajar. A su vez estiman que hay un voto duro chavista que no dudarían en apoyar cualquier propuesta presidencial. Entonces el trabajo es hacia aquello que estando inscritos en el PSUV, que siendo beneficiarios de las misiones o que participen en algún Consejo Comunal, no han ido a votar, en las últimas ocasiones.
El látigo y la zanahoria
Reitero, si en algo el régimen ha mostrado experticia, es en el aspecto electoral. El manejo de base de datos es fundamental en las estrategias de marketing actuales, y este gobierno lo sabe hacer. Desde la famosa lista Tascón, hasta la Maisanta. Todos los electores están en alguna base de dato y dentro de ella, esta descrita alguna característica de su comportamiento político. Si firmó o no firmó; si participa en tal o cual misión; si es trabajador de algún organismo público, etc. Esta base de dato es utilizada intensamente el día de la votación, y de allí la importancia de mantener las mesas de votación abiertas el mayor tiempo posible. A partir de las cuatro de la tarde, son muchos los electores que se pueden acarrear y pueden ser la diferencia si la elección esta reñida. Entenderán los lectores, la importancia que tiene para el régimen, la extensión en dos horas, del cierre de las mesas.
Empero, la necesidad de motivar a la participación tiene, en este momento, un inconveniente, y que actualmente no cuentan con incentivos positivos para que los que una vez se abstuvieron vayan ahora a votar. La posibilidad de premiar esta conducta es poca, porque por más que disfracen la pregunta, a la mayoría de los venezolanos, no les gusta la propuesta de reelección indefinida y además, a pesar de todo el apoyo publicitario, el entusiasmo por las misiones ya no es el mismo, y sus problemas se siguen agudizando.
Por tanto, lo único con que cuenta el gobierno para que vayan a votar es la amenaza. El solo hecho que el Presidente diga en una cadena de Televisión que tiene identificado a un millón de venezolanos que van a los Centro de Diagnóstico Integral (CDI) que no han ido a votar, es señalarle claramente a la gente, mira tú que te beneficias del gobierno, si no votas, sabes que se te puede castigar por ello. Gas del bueno, amedrentamiento a gobernadores y alcaldes opositores, detenciones arbitrarias, parapolicías tirando bombas lacrimógenas. Hay que mostrarles a los nuestros, que pasaría si dejan de apoyar al gobierno. Amenaza con guerra, porque sencillamente la paz depende de su voluntad.
Seguramente si los obligan, irán a votar. Lo que no se sabe, es que dirán dentro del paraban cuando amparado por el secreto del voto, una vez que frente a la maquina de votación tengan que escoger entre un Si y un NO.

miércoles, 4 de febrero de 2009

LA DECADA DE LA INTOLERANCIA


Ascendió sobre los escombros de los partidos. Se montó en la anti-política que ya había dado su alerta en figuras como Jorge Olavarría, Andrés Velásquez y el mismo Rafael Caldera. La ilusión que la democracia nacida el 23 de enero traería prosperidad se derrumbó por la corrupción y la imposibilidad de diversificar nuestra economía. Cuando los precios del petróleo colapsaron, cuando la renta petrolera no pudo seguir alimentando la economía nacional, Venezuela se estancó. En época de crisis la población buscó un mesías. Del Ta´barato pasamos al Viernes Negro, la devaluación del bolívar, la inflación, el desempleo y los dolorosos ajustes económicos. Para la crisis se buscó al hombre fuerte, al del discurso del “por ahora” en la rendición en el Museo Militar. El vengador justiciero de los pobres o el hombre duro que lo protegiera y que hiciera valer el poder del Estado. Con verbo fácil se identifico con las demandas populares y el golpista del 4 de febrero, el promotor de la abstención como fórmula de llegar al poder, utilizando la “ventana táctica” de las elecciones que le aconsejara el patriarca Miquilena se hace del poder.
Desde aquel momento la Venezuela que se había incorporado con ciertas deficiencias al mundo moderno, vio como toda la construcción para la convivencia social se quebraba en pedazos. Para transformar la constitución se violó la carta magna, con la venia de la Dra. Sosa, por cierto. Con algo más del 50% de los votos, consolido una mayoría en la Asamblea Nacional Constituyente con el 90% de sus miembros partidarios del régimen. La Constitución que salió de allí disto mucho de ser un acuerdo social. En esos días la reelección solo era buena por una sola vez y no más. Pero el período presidencial se alargo a seis años, el más largo previsto en cualquier constitución hoy día.
Comenzaron los discursos, didácticos para sus partidarios, fastidiosos para otros, pero siempre incitador y violento. Pero, algo estaba claro, cuando el hablaba, nada era más importante. Más trascendental que la novela o la serie policial, era su palabra. Los límites que el Estado de Derecho impone a los gobernantes, no están hechos para él. Buena parte de la población no se lo caló y empezó a desear su salida de la presidencia. Paros cívicos, marchas como nunca antes se habían visto en el país, cacerolazos en cadenas, rompieron la convivencia social. El 11 de abril baño con sangre el suelo de la patria. Desde ese momento en el país parece no existir adversarios, sino enemigos. El paro del 2002, descalabro la economía nacional y permitió al régimen tomar el control de la industria petrolera que a partir de ese momento será destinada a la defensa de la revolución, más que para el bienestar del país mientras las fuerzas armadas eran depuradas para convertirla en una organización cada vez más militantes y menos institucional.
Cuando un consultor mexicano le advirtió en el 2003, que en el caso de un referéndum él sería revocado, se dio cuenta que su gobierno no tenía ninguna obra que mostrar. El susto de perder el poder idearon los programas sociales que más propaganda han tenido en toda la historia de Venezuela, “las misiones”. Al fin la gente humilde sintió correspondencia con el gobierno. Menos eficaces que la masificación de la educación y la salud en los 60, con muchas deficiencias en la calidad, pero el cometido político se logra y alimenta una base de dato, que luego es utilizada en el acarreo electoral.
Desde el gobierno se desconoce en la práctica, la existencia de los opositores. A pesar que tras el referéndum que no fue revocatorio del 2004, Fidel le dijera que 4 millones de personas que votaron por la revocación no podían ser todos oligarcas, para su gobierno, igual son enemigos. Si el pueblo de Caracas, elige a Ledezma Alcalde o Pérez Vivas gobernador, se les quitan sus activos, se invaden sus dependencias o secuestran a sus funcionarios, bajo la mirada indiferente de la fuerza pública.
Pero mientras la oposición aprende, lentamente, con las dificultades propias de su condición humana, entiende que su compromiso es gobernar bien, no salirse del sendero democrático y alejarse de los atajos golpistas con la que algunos de sus dirigentes coquetearon en el 2002, diferenciarse de lo que se muestra de Miraflores, acercarse a los humildes sin arrogancia, el gobierno por el contrario busca conflictos, el régimen vive de la polarización. De enfrentar a ricos y pobres, reviviendo la falsa antinomia de la lucha de clase, que tanta desgracia trajo a la humanidad. Su pensamiento militar, solo concibe la destrucción del enemigo y la toma de espacios para la revolución. Al final ésta no puede perecer por formalismos institucionales, como la alternabilidad. La revolución se tiene que imponer aunque se encuentre en minoría y haya que preguntarle a la gente una y otra vez lo mismo. Y mosca si vas a un CDI y no vas a votar, porque estás fichado y puede ser que te consideren opositor, con todo lo que eso implica.